El otoño que aparece
entre las cortinas. Te esperaba otoño, como quien espera el rezo de un
enamorado por el encuentro. Un rincón, mi rincón. Un escritorio de madera
clara, unas manos suaves que acarician las teclas, la espera, un beso, un amor
entre las letras, un paisaje. Un amor. Deshecho. Nada puede ser más triste que
un amor deshecho, se puede ver en las esquinas, en una mano olvidada, en la
caricia quebrada, en el café solitario, en la página cuarenta del libro de
cabecera, en la memoria de un padre.
No me dejes,
otoño, sentir deshacerse el amor.
Como el rezo de
un enamorado por el encuentro, es mi rezo, otoño, para que no me dejes olvidar
la grandeza del amor. Del amor, hablo, del amor, vivo, otoño. Incipiente otoño
que renace con aquella naturaleza de los ciclos, con esa naturaleza dejame
sentir el paisaje y tu viento, el paseo y las esquinas alumbradas por el sol de
la siesta, y, como palabra que nace del poeta, deja que renazca mi sonrisa.